Que esperamos merecer algún día…
Y encima nos dan un premio

Todos los que habéis estado cerca de Bamako en estos últimos tiempos sabéis lo contentísimos y orgullosísimos que estamos de la acogida que nos han brindado en Hornos.
De entre todas las incógnitas que manejábamos cuando empezamos este proyecto, este pueblo, nuestro pueblo, se guardaba algunas de las más inquietantes. Sabíamos que el lugar era precioso, que la casa tenía muchas posibilidades, que el entorno era divino. Nos quedaba esa otra parte, muchísimo más importante. ¿Cómo nos acogerían los vecinos?
Hornos llegó a tener cerca de 3000 habitantes en la década de los cincuenta. Hoy no llegamos a los 600 censados, contando todas las aldeas. Os aseguramos que somos bastantes menos los que vivimos aquí todo el año —ya hablaremos del despoblamiento rural en otra parte—. ¿Era lógico pensar que nos acogerían con cierto recelo? Cuántas de esas lógicas sobre lo rural no son más que un prejuicio disfrazado. No, en Hornos nos acogieron con los brazos abiertos, nos animaron en los momentos más complicados, se ilusionaron con nosotros a cada pasito que dábamos.
El pasado viernes 2 de julio, Diario Jaén nos entregó un premio a propuesta del Ayuntamiento de Hornos. Más que lo que ya habíamos hecho, entendimos que querían agradecernos que hubiésemos elegido Hornos para iniciar este proyecto. Que nos hubiésemos mudado aquí, que abriésemos un grieta de esperanza en esa pesada losa del despoblamiento. Premiaban la ilusión compartida de que el pueblo siguiese vivo, como a nosotros nos gusta verlo.
Y seguimos flipando de que, con lo bonito que es el pueblo, con lo maravilloso que es el Parque Natural, con estos atardeceres morados de verano, con esos amaneceres de invierno por encima de las nubes, con el silencio que escucha a los pájaros, con la lluvia bendiciéndonos al otro lado de la biblioteca… Con todo eso, lo mejor de Hornos son los horneros. ¡Muchas gracias!



